Me esfuerzo cada día, cada minuto, para no sentirme así. Es una lucha continua que gasta todas las energías que consigo ahorrar.

Es tanto, que apenas unos pocos días se sienten como un mes y no veo alivio al paso de las horas pese a tanto esfuerzo.
Me han criado con la idea de que todo esfuerzo tiene su recompensa, y me aferro a ello. Este esfuerzo tiene que servir para algo, el tiempo hará que el dolor se esfume y conseguiré... sentirme y estar normal.
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