
De la misma forma, sólo yo decido cuando comenzar a desvincular ese dolor para, quizá, algún día dejar de sentirlo. La decisión a la que me refiero es obvia desde un principio, pero tarda en tomarse porque resulta igual de dolorosa que la situación que quieres evitar. Aún así, llegas a un punto donde o decides sufrir un poco más para afrontarlo o sigues sufriendo sin solución.