jueves, 13 de octubre de 2011

Verán...

Soy una persona que, de vez en cuando, ni siquiera sabe quién es ella misma. Soy muy cabezota, orgullosa y la mayoría del tiempo (aunque no todo) bastante educada y formal.  Esperan mucho de mí, pero no han llegado a pensar que no puedo conseguirlo.  Me cuesta pesarme, por lo que verme al espejo es un reto diario para mí. Me recuerdo como una persona activa que le encantaban las locuras, ahora ese descripción no acierta con migo.
Vivo en un pequeño mundo que hace poco era “mi mundo perfecto” y que ahora, que mi burbujita de autoprotección se ha explotado, más bien es el mundo real al que mi personalidad siempre ha intentado evitar a toda costa.
Demasiado responsable mentalmente para mi edad pero con periodos de rebeldía adolescente es un gran trastorno que ocupa ahora gran parte de mi vida, una gran lucha interior de lo que quiero contra lo que debo.
Me considero una persona, a veces, misántropa. Lo cual me enfada porque no es de mi agrado tener esa actitud.
A día de hoy soy una persona contenida. Contengo lágrimas, pensamientos, enfados… y finjo estar bien, pensando que no pasa nada, pero lamentablemente fingir para mí no es “disimular” sino más bien hacer que mi cuerpo y mi cara (inconscientemente) carezca de cualquier sentimiento o emoción.
Se supone que debería comerme el mundo por ser flaca, con ojos bonitos y pelo extraña y perfectamente largo; pero no es así. Soy, como muchos dicen, de porcelana. Muy frágil ante cualquier cosa, por lo que intento parecer una niña para que de esa manera la gente no me ataque.
Eso es casi todo.
Atentamente, yo.

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