domingo, 2 de febrero de 2014

Siempre yo, jamás la misma

A lo mejor, el hecho de obligarme a mi misma a no mirarme demasiado al espejo me ha pasado factura porque, ahora que me observo, parezco ser otra persona. De una cara dulce y blanca, como la porcelana, a otra cansada y pálida con grandes ondas bajo los ojos.

Días mejores que otros, a cualquiera le puede pasar, y por ello aprovecho esos días buenos para intentar ser mi "yo" feliz y confiada. Justo en eso se quedó: en un intento. Al final del día no entiendo que pude ver por la mañana en el espejo que me hiciese ser tan confiada... ya que en ese instante lo que me instaba a hacer mi reflejo era incrustarme en mi pijama más grueso y esconderme debajo de las mantas.

Quizás sea el cansancio... o, tal vez, es que he crecido y no ha sido un crecimiento favorable para mi aspecto. Cada vez me cuesta más mirarme... y pese a que intento desechar estos pensamientos, es cierto que ahí están y no por no pensar en ello desaparecerá.
No hay nada que me consuele... sólo quiero volver a ser la misma sin conformarme con ser simplemente "yo".

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