Me esfuerzo cada día, cada minuto, para no sentirme así. Es una lucha continua que gasta todas las energías que consigo ahorrar.
Lucho por mantenerme ocupada para no pensar, para acabar cansada y poder dormir. Aún así las ojeras tiñen mis ojos. Muchas ocupaciones, distracciones, actividades... desgastan mis horas y no llaman al sueño al acabar el día. Me esfuerzo por concentrarme en lo que hago, pero aún así mis pensamientos viajan hacia recuerdos que sólo me hacen sufrir. También lucho por no tener ilusiones porque todavía todas te incluyen a ti.
Es tanto, que apenas unos pocos días se sienten como un mes y no veo alivio al paso de las horas pese a tanto esfuerzo.
Me han criado con la idea de que todo esfuerzo tiene su recompensa, y me aferro a ello. Este esfuerzo tiene que servir para algo, el tiempo hará que el dolor se esfume y conseguiré... sentirme y estar normal.