Experimento un desapego que no tiene porque ser malo, aunque se siente extraño. Repito una idea con la intensión de que con el tiempo sea parte de mi: he de dar tanto amor como el que recibo, para no sentir sólo que desprendo amor sino que también quieren y me dan el mismo afecto. Sin luchas, sin peros, sin precedentes.
La demostración de afecto, cuando se quiere dar, no es una lucha interna. Es algo tan natural como respirar... o quizás sólo sea yo, que me expreso sin apenas darme cuenta. No se debe dar por hecho el conocimiento del afecto existente de otra persona hacia uno mismo, ya que es propio de la naturaleza humana contemporánea experimentar cambios sin buscar estabilidad. Sólo podemos hablar, con total certeza, de aquello que nosotros sintamos.
Dejemos de jugar a ser adivinos, pues es un camino fácil y peligroso hacia falsas ilusiones, malentendidos o decepción. Confía en aquello que ves, confía en que la persona adecuada te lo hará ver, y si no lo vez significará que quizá no exista. Es un riesgo confiar en lo contrario. Cierto es, que se trata de un riesgo que todos hemos corrido alguna vez, con consecuencia a largo o corto plazo, pero siempre con consecuencias al fin y al cabo.