Aprendes a vivir sin esas pequeñas cosas, de forma tan natural que apenas te das cuenta de que lo estas haciendo. Hasta el punto de estar en un día lluvioso, con un café calentándote las manos, y no disfrutarlo como en un tiempo pasado se hacía. Esas pequeñas cosas que antes te hacían respirar profundo y sentirte lleno de calma y tranquilidad... ya no están, se han sustituido por otros pequeños momentos que nada tienen que ver pero que te ayudan a no echar de menos.
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