Es entonces cuando pienso, cuando dejo de fingir y dejo que mis pensamientos salgan a relucir en mi mente. Me quedo en blanco y simplemente, pienso. Cuando despierto de ese trance tengo mi cuchilla en la mano.
Cae al suelo, y me esfuerzo por no seguir pensando para que de esa manera llegue a hacer eso que estoy destinada a hacer: vivir. Por mucho que duela tengo que seguir, por todas esas personas que les duele verme así. Sólo espero que el tiempo cure mis heridas, esas heridas que no se ven, que son las que más duelen.
Diana
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