Tenía la sensación de que me habían practicado una gran abertura en el pecho y que me habían dejado allí, rajada, con los profundos cortes sin curar y sangrando, palpitando a pensar del tiempo transcurrido. Al menos sabía que mis pulmones tenían que estar intactos, ya que jadeaba en busca de aire. Mi corazón también debía de seguir latiendo, aunque no podía oír el sonido de mi pulso. Me acurrucaba y me abrazaba las costillas para sujetandomelas.
Sin embargo, me di cuenta de que iba a sobrevivir. Sentía el sufrimiento, aquel vacío doloroso que irradiaba de mi pecho y enviaba incontratable flujos de angustia por todo mi cuerpo. Pero podía soportarlo. Podía vivir con esa angustia.
Pero, esa vez algo cambio. Por primera vez en mucho tiempo, no sabía lo que me depararía la mañana siguiente.
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Estas palabras, son del libro Luna Nuva de S. Meyer. La razón por la cuál lo he colgado aquí es que cada uno de las palabras que habeís leido con anterioridad han pasado por mi mente exactamente igual, lo cuál ha llevado a que llore cuando lei estos versos.
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