Lentamente voy entrando en una calle sin salida y, acostumbrada a esta sensación, me quedó quieta esperando a que la oscuridad se apoderé de mi. Deseaba salir a la luz, pero ahora tengo miedo de lo que me depará allí.
La oscuridad me acuna y me brinda una protección falsa que mi mente acoge con gratitud, pero al mismo tiempo ve la luz que llama a gritos a la razón. Si salgo de este mundo que me proteje no se que me deparará, pero si me autoprotejo en esta calle sin salida no me espera nada bueno.
Me voy a dejar llevar por el destino y arriesgandome a sufrir demaciado, me voy a dejar llevar por los sentimientos. Intentaré no pensar las cosas para que de esa manera todo sea más fácil de llevar.
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