- Lucha porque corra la sangre, pero dentro de las venas... no por fuera querida Diana.
- ¿Sabes lo que me estás pidiendo?
- Sólo te pido, que vivas.
- Seguiré viviendo, y lo sabes.
- Entonces ¿qué necesidad hay de dejar caer tu sangre?
- ¿Necesidad? Ninguna, es sólo... mi forma de recordar.
- ¿Recordar?
- Si, que no debo confiar en nadie. Porque el dolor de mis muñecas, de mi espalda, de mis muslos... no es nada comparado como el del corazón. Es por eso que nunca volveré a caer en el mismo error, porque seré masoquista, o eso dicen, pero nadie tiene derecho a hacerme sufrir. Sólo yo, y simplemente yo tengo ese derecho.
- No te hagas daño de esa manera.
- Já... esto no es nada comparado con ese dolor que tengo que soportar todas las noches al despertar entre pesadilla y pesadilla.
- Te arrepentirás al ver tus heridas, como tantas veces has echo antes. Deja que curen tus rasguños y vive, llora porque no sirve de nada aguantar de esa manera.
- Ni una lágrima más por esa causa.
- Pues, ni una gota más de sangre por esa causa.
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